En el post de hoy vamos a contar un poco cuáles son los «enemigos» del detective privado: aquellos sujetos, elementos o circunstancias que ponen en jaque la labor diaria de un investigador profesional. ¿Te puedes imaginar alguno de ellos? Allá vamos:
Los elementos más complicados con los que tiene que lidiar un detective en su día a día
1- Las señales de tráfico y las dificultades surgidas de la conducción
Los seguimientos en vehículos o motocicletas forman parte de nuestra labor diaria, pero hay circunstancias surgidas en la conducción que se escapan de nuestro control y que más de una vez nos juegan una mala pasada.
Un claro ejemplo es el del semáforo que se pone en rojo justo a nuestro paso, alejándonos del objetivo (que sí lo ha pasado) sin margen de maniobra; en el mismo sentido ocurre con los atascos, algo que no podemos hacer nada por evitar. Aunque la palma se la lleva la falta de respeto por las normas de circulación por algunas personas investigadas, que superan con creces los límites de velocidad, se saltan stops, etc. dejándonos muchas veces sin opciones.
2- La vieja del visillo, sobre todo en pueblos pequeños (léase con sorna)
Los pueblos pequeños o callejones estrechos son lugares en los que el detective tiene que desplegar toda su pericia para no ser descubierto, ya que al tratarse de sitios de escaso tamaño, resulta mucho más complicado pasar desapercibido.
Es común que en ese contexto alguien detecte que nuestra presencia allí (un extraño) es más prolongada de lo usual, y que sin tapujos nos pregunten directamente qué hacemos por allí. En esos casos conviene estar preparados de antemano con una buena excusa convincente que despeje cualquier sospecha.
Si es la Policía o la Guardia Civil la que nos pide explicaciones de por qué estamos allí sí que deberemos mostrarle nuestra acreditación como profesional de la investigación privada y decirles que estamos de servicio.
3- El informado quemado porque ha sido amenazado o seguido antes
A veces, la dificultad de la investigación consiste en que el propio sujeto a observar se halla en un estado constante de alerta. Esto puede pasar porque lo han amenazado con ponerle un detective en ocasiones anteriores, o incluso porque lo han seguido previamente (ya sea otro detective o sus propios familiares, jefes, etc.) y se ha percatado de ello.
Estas personas están más pendientes de lo normal de lo que les rodea. Van con tiento y a menudo se giran, conducen haciendo maniobras aparentemente incongruentes, y hay que tener especial cuidado para que no se nos descubra.
4- Los intrusos de la profesión, un problema real que sale caro
Ya hemos hablado largo y tendido en otro post sobre la figura del falso detective. Como ocurre en otras profesiones, en el mundo de los profesionales de la investigación hay mucho intruso. Llamamos «intruso» a todo aquel que ejerce simulando ser un detective, pero que carece de la formación y acreditación necesaria para llevar a cabo este trabajo tan particular.
Algunos clientes desconocedores de que para poder investigar hay que estar en posesión de una TIP (Tarjeta de Identificación Profesional otorgada por el Ministerio del Interior), contratan los servicios de pseudoinvestigadores que ni están legitimados para ello (por lo que las pruebas obtenidas no tendrán validez en un juicio al no poder ratificarlas) ni cuentan con los conocimientos necesarios para desarrollar cada asunto con la diligencia necesaria para ello.
En algunas ocasiones nos llegan servicios nuevamente quemados por una mala praxis del que tenemos que hacernos cargo con las dificultades extras que entrañan como hemos indicado el repetir un seguimiento a un sujeto.
5- La prohibición de participar en delitos públicos (que acatamos pero no deja de ser una traba más)
Según la Ley de Seguridad Privada (que es la norma principal que rige nuestra profesión), un detective no puede investigar un delito público. Si al llevar a cabo una gestión tiene el menor indicio de que esto pudiera estar sucediendo, debe paralizar todas las actuaciones y dar parte a las autoridades competentes.
Aunque lógicamente seguimos totalmente las pautas que la ley nos impone, sí que es cierto que este punto se convierte a veces en un problema añadido; muchas veces un asunto que no tiene nada que ver con un delito público se ve envuelto por hache o por be con alguno, y tener claro el límite de nuestras actuaciones es clave para el buen desarrollo de nuestras funciones. Quizás sería más conveniente en determinadas cuestiones poder llevar nuestra participación más allá sin contravenir la norma, aunque para ello lógicamente debería haber un cambio en la misma que nos permitiera colaborar más activamente en estas situaciones.
6- El abogado contrario en juicio
Anteponernos al interrogatorio al que puede someternos el abogado contrario en un juicio es un reto en cada investigación que sabemos que acabará en juzgados. Nuestra declaración siempre será objetiva y fiel a la realidad, pero hay que tener un poco de pericia para ir un paso por delante del «adversario» y poder acreditar fehacientemente algunas cuestiones que pueden ser puestas en duda en un juicio.
Por poner un ejemplo, una persona que tiene contraindicado el alcohol está bebiéndose una cerveza: tendremos que buscarnos los medios para poder demostrar si la misma tiene graduación o es una 0,0.
7- El cliente que ha visto demasiadas películas de detectives
Como hemos contado anteriormente, existen muchas cosas que no puede hacer un detective privado. Las películas de Sherlock Holmes han hecho «mucho daño» a la profesión en algunos sentidos. Hay personas que llegan a pensar de verdad que investigamos tras un periódico con agujeros en los ojos o que vamos por la calle fumando pipa lupa en mano. La profesión del detective privada, aunque es súper variada, enriquecedora e inusual, tiene sus patrones, sus normas e incluso su cotidianedad más allá de las sorpresas que puedan surgir constantemente.
8- Falta de aparcamiento o ausencia de taxis en un momento crucial
Cuando sigues a alguien que se está desplazando en algún tipo de vehículo, pueden surgir muchas dificultades. Al ya mencionado inoportuno ciclo semafórico pueden sumarse muchas otras vicisitudes. Por ejemplo que la persona investigada encuentre aparcamiento en algún punto en el que nos sea imposible estacionar y ante la imposibilidad de deshacernos de nuestro automóvil desconectemos de él. Que tome inesperadamente un patinete o moto de alquiler y no haya otro disponible para nosotros, o incluso que en un seguimiento a pie llegue a algún tipo de transporte y no podamos seguirlo en taxi porque no haya ninguno cerca. Y es que sí, aquí las películas están en lo cierto, y son numerosas las ocasiones en las que montamos en un taxi, enseñamos nuestra acreditación y decimos la mítica frase de «siga a ese coche».
9- Datos erróneos por parte del cliente
Para iniciar una investigación nuestro cliente suele aportarnos algunos datos de los que dispone para facilitar la identificación del sujeto a seguir. Hay ocasiones en que la persona cuenta con una apariencia física diferente (por ejemplo se ha teñido el pelo o ha adelgazado), o que se nos indica una dirección de domicilio que resulta ser equivocada, que ha cambiado de coche, o que su horario laboral ahora es diferente; y aunque esto no imposibilita nuestro trabajo, sí que puede hacernos perder un valioso tiempo.
10- Los imprevistos, no siempre se puede tener todo bajo control
Evidentemente pueden surgir innumerables situaciones que escapan de nuestro control y que nos compliquen nuestro seguimiento. Puede ser una avería en nuestro automóvil, la climatología, que se estropee una cámara de grabación, etc. y hay que saber también ser resiliente e intentar reponerse rápido de esos momentos de tensión.
Dicho todo lo anterior, como buen profesional, hay que saber elegir el lugar idóneo, el detective más apropiado para cada asunto, el medio de transporte más útil, etc. para poder desarrollar nuestro trabajo de la mejor manera posible.